PUBLICIDAD

Exportación de carne: Una de cal, otra de arena

Imagen
Editorial
Fecha publicación: 02/06/2025 - 06:00
Escucha esta nota

El 29 de mayo de 2025 será recordado como un día memorable para Bolivia, en general, y para el sector ganadero boliviano, en particular, porque ese día la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA), en su sede de París, realizó el anuncio de que nuestro país, después de más de dos décadas de un destacable trabajo público-privado, obtuvo la certificación internacional como "país libre de fiebre aftosa sin vacunación".

Gran regocijo causó el hecho que, a los ojos del mundo, Bolivia se proyecte ahora como un país que no solo tiene un enorme potencial para producir carne, sino, que ésta ha empezado a destacar en varios mercados externos por su calidad, sanidad e inocuidad.

Este galardón internacional es un reconocimiento a quienes trabajaron duro tanto tiempo para llegar a tan importante momento, invirtiendo cientos de millones de dólares en vacunación, investigación, sanidad y genética, profesionalización de recursos humanos, siembra de pasturas y plantas forrajeras, construcción de corrales para engorde y confinamiento, modernos frigoríficos, cadenas de frío y en prospección de mercados externos, todo, con una visión de largo plazo que hoy pasa a ser en una hermosa realidad.

Pero el beneficio no solo será para dicho sector, sino para el país todo, considerando que el fin último de dicho logro es incrementar la exportación de los altos excedentes que ya se generan hoy, pero que podrían incrementarse mucho más de existir las condiciones necesarias que tanto reclaman los productores del agro, como son la seguridad jurídica, la seguridad de mercados y la seguridad de buenas políticas públicas, en otras palabras, que acaben los avasallamientos de predios productivos y el abigeato, que haya libre exportación de excedentes y se combata el contrabando, y que las políticas públicas se ocupen de hacer de Bolivia un país más productivo y competitivo, para lograr cada año los más de mil millones de dólares que pueden darse exportando carne y derivados.

No hace mucho, el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), informaba con alborozo que Bolivia había registrado todo un récord en la pasada gestión, cuando las exportaciones de carne bovina y derivados como hamburguesas y despojos comestibles durante la gestión 2024 se habían dado a una razón de nada más y nada menos que 7 dólares por segundo, los 365 días del año, un gran mérito del sector, digno de encomio.

Para el IBCE, semejante logro no fue casual, sino, fruto de un largo trabajo público-privado, primero, para eliminar la aftosa con vacunación y habilitar la exportación de carne al mundo y, segundo, para suscribir un Protocolo Sanitario con China en 2019, con lo que se abrió el mercado más voraz del mundo hasta convertirse en quien compra más del 80% de la carne nacional, aunque, los cerca de 250 millones de dólares exportados el pasado año tuvieron que ver con ventas a Hong Kong, Ecuador, Perú, Vietnam, Rusia, Paraguay, Gabón, Costa de Marfil y Congo, entre los primeros diez compradores.

El alto respaldo de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) coloca a Bolivia en el podio de los ganadores, pero, al mismo tiempo, ante la gran responsabilidad de no bajar la guardia para evitar o controlar toda situación que pueda afectar dicho estatus.

Lo lamentable del hecho es que se produzca justo cuando el gobierno boliviano mantiene el veto a la exportación de carne bovina, paradójicamente, cuando más dólares precisa la economía nacional, contrasentidos, entre la buena economía y la mala política.
 

PUBLICIDAD
ULTIMAS NOTICIAS
PUBLICIDAD